> Mi hijo no duerme
Es posible que muchas personas encuentren en este artículo la explicación a su situación actual. Ojalá yo la hubiera descubierto tras mi primera maternidad. Todavía recuerdo las horas de sueño tras el nacimiento de mi hija mayor.
Primeras muestras
Tras el parto, su carita reflejaba miedo hacia el nuevo mundo. Tenía una mirada asustada y reclamaba contacto continuo. Se había desprendido del confort de su casa líquida y debía aprender a sobrevivir a los nuevos cambios.
Muchas primeras noches son de tregua para los padres y no es hasta la segunda en la que son plenamente conscientes de que un bebé ha llegado para poner su mundo patas arriba. Mi hija ya se dio a conocer la primera de las noches. Solo era capaz de descansar si estaba en contacto de su padre o su madre. No necesitaba ni quería otro cuerpo. Sabía quienes eran los que la protegerían por encima de todo y no nos quería lejos.
Y las noches no cambiaron a pesar de nuestros intentos. De hecho, ni las noches ni los días. Siempre requería contacto de sus padres. No se calmaba en otros brazos. Los abuelos frustrados lo seguían intentando pero finalmente sucumbieron a los deseos de su nieta.
Comparaciones odiosas
Leí muchísima información e intentamos cientos de técnicas, pero por lo visto en nuestro caso no funcionaban. Y, como buenos padres primerizos, empezamos a dudar de nuestras capacidades. Nos sentíamos desbordados, perdidos e incapaces de entender cuál era nuestro problema. Nos culpabilizábamos por si el quid de la cuestión era que le transmitíamos el estrés que sentíamos cada vez que tocaba irse a dormir.
La liberación del saber
Y finalmente encontramos luz en nuestro túnel de padres primerizos: una pediatra nos explicó que no éramos nosotros. Nuestra hija era de alta demanda y requería mucha paciencia por nuestra parte. Nos liberó de la culpa, pero por encima de todo, nos ayudó a entender a nuestro bebé.
Muchas mujeres no tienen una tribu a la que acudir en pleno postparto y se comparan con las demás madres para aprender y mejorar. Cuando tienes un niño altamente demandante, éste es minoría y no lo encontrarás en la mayoría de las familias que te acompañan. Y la mayoría de los padres no entenderán tu situación. No los culpes; a ti también te sucedería si tu hijo no fuera tan demandante.
Con los años y tras muchas otras características de mi hija, descubrimos que es una niña altamente sensible. Y eso generó más luz y entendimiento a su forma de vivir la vida.
Los niños altamente sensibles se sobreestimulan con el llanto y esto los conduce a un estado en el que por mucho sueño que tengan no pueden dormir por tanta activación. Además, si se activan en algún micro despertar nocturno, se les hace muy difícil volver a conciliar el sueño.
Deberás ser muy muy paciente y buscar soluciones creativas para poder conciliar su descanso con el tuyo.